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Inhalamos a diario muchos más contaminantes de los que sospechamos
A primera vista, parece que en casa respiramos aire limpio. Sin olores, con las ventanas abiertas, recién limpiado, así que todo está bien. Pero no es del todo cierto.
Según Real Simple, nuestros pisos y casas acumulan partículas microscópicas, compuestos químicos y gases que ni siquiera podemos oler. Pero eso no impide que afecten a nuestra salud, desde migrañas y mayor fatiga hasta riesgo de enfermedades cardiovasculares, asma e incluso cáncer.
Inhalamos a diario muchos más contaminantes de los que sospechamos. Así que vamos a averiguar qué se esconde exactamente en el aire de tu casa, de dónde procede y qué hacer al respecto.
Tipos de contaminantes más frecuentes en el hogar
- Partículas en suspensión (PM). Polvo, polen, pelo de animales, pero también partículas ultrafinas que se producen durante la combustión (cocinas de gas, velas, chimeneas). Son las partículas pequeñas las que entrañan el mayor peligro porque pueden penetrar profundamente en los pulmones e incluso en el torrente sanguíneo.
- Compuestos orgánicos volátiles (COV). Sustancias químicas que se vaporizan con facilidad. Abundan en pinturas, barnices, muebles, detergentes y fragancias.
- Compuestos orgánicos semivolátiles (COVS). Las llamadas «sustancias químicas eternas», como los plastificantes, los retardantes de llama en muebles y ropa, y los residuos químicos domésticos. Se asientan y circulan en el aire durante años.
- Gases tóxicos. Óxidos de nitrógeno de las cocinas de gas, monóxido de carbono, amoníaco y cloro de los detergentes.
- Ozono. Reacciona con los aromatizantes para formar nuevos compuestos químicos cuya toxicidad ni siquiera se conoce del todo.
Cosas que estropean el aire de tu casa
- Paredes, suelos y muebles nuevos. Si hace poco has comprado un sofá o colocado suelo laminado, habrás sentido ese olor a «nuevo». No se trata de frescor, sino de COV y COVVS. Algunos se dispersan rápidamente, pero otros pueden permanecer en la casa durante años. Esto es especialmente cierto en suelos de vinilo, colchones, muebles de tableros de partículas y alfombras. La mala noticia es que las «sustancias químicas eternas» se adhieren al polvo y siguen viviendo en la habitación incluso después de 10-15 años.
- Cocinas de gas. Sí, ese mismo «confort atmosférico» con un fuego abierto. Las cocinas de gas producen partículas ultrafinas y dióxido de nitrógeno (NO₂), un gas que desencadena la exacerbación del asma y daña los pulmones de los niños. Los niños que viven en hogares con cocinas de gas tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar asma.
- Velas, varillas y otras aromaterapias. Con sólo unos minutos de vela encendida, aumentan los niveles de hollín, COV y polvo fino en el aire. El incienso y las barritas aromáticas, por su parte, son los verdaderos antirregistros. Su uso regular aumenta el riesgo de cáncer.
- Aire contaminado de la calle. El smog, los gases de escape, el humo de las cocinas vecinas, todo ello entra en la casa incluso a través de las ventanas cerradas. Los habitantes de las plantas bajas y las casas cercanas a carreteras muy transitadas se ven especialmente afectados.
- Detergentes. No sólo los limpiadores ecológicos «químicos», sino también los «naturales» pueden emitir COV y COVVS. La fórmula es sencilla: cuanto más fuerte sea la fragancia, más COV.
- Garaje junto a la casa. Es especialmente peligroso almacenar gasolina (fuente de benceno, un carcinógeno), pinturas y disolventes, y productos químicos para el automóvil en el garaje. Los vapores no tienen ningún problema para penetrar en las salas de estar.
- Moho, bacterias y virus. Solemos pensar en las superficies, pero la mayoría de los microorganismos vuelan por el aire, sobre todo cuando la humedad es alta.
- Chimenea o cocina de leña. Máximo confort y máximas emisiones. La combustión de leña produce monóxido de carbono, hollín y partículas finas que provocan enfermedades respiratorias crónicas.
- Mascotas y ramos de flores. Pelo de animales, epitelio de animales y polen de floreros. Las margaritas, los ásteres, los girasoles y la gypsophila son especialmente alergénicos.
Cómo mejorar el aire de tu casa
- Ventila, pero con prudencia. Abra las ventanas cuando el aire exterior esté bajo, después de limpiar, al cocinar y después de ducharse. Si vives cerca de una carretera, ventila en horas de poco tráfico. Si alguien de la familia está enfermo, pon un ventilador en la ventana para que expulse el aire al exterior. Así se reduce la concentración de virus en la habitación.
- Utiliza purificadores de aire Elige modelos con filtro HEPA, sin ionización porque produce ozono y con posibilidad de 5 ciclos completos de purificación del aire por hora. Puedes fabricarte tú mismo un purificador barato pero muy eficaz con: un ventilador, 4 filtros MERV 13, cartón y cinta aislante.
- Cuidado con las fragancias. Si te gustan las velas, ponlas en cilindros de cristal altos, evita las llamas fluctuantes y no las quemes en baños o dormitorios pequeños.
- Haz limpieza en húmedo más a menudo. El polvo es el principal «portador» de sustancias tóxicas. La limpieza en húmedo funciona mejor porque no levanta partículas al aire.
- Utiliza ventiladores de techo, mezclan uniformemente el aire de la habitación y reducen la concentración de contaminantes.
- Elige materiales menos tóxicos Busca etiquetado «seguro» y muebles con bajas emisiones de formaldehído o pinturas marcadas como de bajo COV.
El aire de tu casa no es una abstracción: es lo que respiras cada segundo. Y aunque algunos contaminantes no se ven ni se huelen, afectan a la salud de todos los habitantes de la casa, desde los niños hasta los ancianos.
La buena noticia es que hoy es posible mejorar la calidad del aire. Y no requiere costosos sistemas de ventilación ni reparaciones, sino unos cuantos hábitos y decisiones inteligentes. El aire limpio no es una «tendencia ecológica», sino una cuestión de autocuidado básico.
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